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Oyarzabal acusa a la coreana Oh Eun-Sun de no colaborar en el rescate: «Si la pillo le arranco la cabeza»
El montañero mallorquín, dado por muerto tras desaparecer en el descenso del pico más duro del Himalaya y fallar la operación de socorro
«Desde aquí queremos felicitar a todos los que han coronado el Annapurna, y solo decirles, ahora que estarán descendiendo, que vayan con mucho, mucho cuidado». La advertencia de Edurne Pasaban desde el vecino Nanga Parbat no llegó a tiempo. Cuando las palabras de la guipuzcoana aparecieron en su web, el martes por la mañana, la expedición que lideraba Juanito Oyarzabal estaba ya de regreso al campo 4 desde la cumbre del Annapurna. El grupo había hollado la cima con el día muy avanzado: a las 16 horas en Nepal (cuatro menos en España). Empezó a oscurecer y el grupo se separó. Oyarzabal y el aragonés Carlos Pauner alcanzaron su destino al filo de la medianoche. Después llegó el serpa que acompañaba a Tolo Calafat y comunicó que el mallorquín había perdido las fuerzas a 7.700 metros de altura. «Se negó a seguir caminando», explicaba ayer Oyarzabal en la emisora Punto Radio .
La situación era extrema. Calafat, sin oxígeno, abrigo, ni apenas víveres, perdido en la nieve. Sus compañeros de ascensión, con severas congelaciones y principio de ceguera, incapacitados para emprender un rescate. Las angustiosas llamadas del mallorquín a través del teléfono satelital obligaban a buscar una solución rápida. Lo más factible: recurrir a otros escaladores que pudieran llevar material al montañero extraviado y marcar su posición para el rescate. En el campo 4 se encontraba Oh Eun-Sun, la surcoreana convertida ese mismo martes en la primera mujer en alcanzar las cimas de los 14 ochomiles. Junto a ella, un fuerte equipo, producto de las elevadas inversiones de distintas marcas interesadas en patrocinar la hazaña.
En pleno Annapurna se inició una negociación, que ayer resumía un indignado Oyarzabal: «Con cinco millones de presupuesto no ha puesto un solo metro de cuerda en la montaña. No han hecho nada». «Si pillo a la coreana, le arranco la cabeza», clamaba a la agencia Colpisa .
Pauner daba más explicaciones para Desnivel , una publicación especializada: los cinco serpas de la expedición asiática eran fuertes pero estaban cansados, así que se negaron a subir. Se les ofrecieron seis mil euros por cabeza, pero tampoco el dinero les convenció. El aragonés, al contrario que el jefe de su expedición, no mostraba enfado. «Si el cuerpo no te pide volver, cuando le ves la cara a la muerte, no te mueves ni por todo el dinero del mundo», reconocía.
Llamada a su mujer
Sí que optó por la búsqueda a la desesperada Sonam, uno de los serpas del equipo español -«se ofreció a ir directamente a la muerte», reconocía Oyarzabal-. Salió con una botella de oxígeno, una tienda, un saco y medicamentos. Pero, tras once horas de búsqueda entre la ventisca no logró encontrar a Calafat. El mallorquín hizo en la noche de ayer sus dos últimas llamadas: una, para apremiar a sus compañeros a que acudieran a su rescate; la otra, para comunicar su desesperada situación a su mujer. No hubo más.
Un helicóptero recorrió ayer la zona buscando indicios del escalador perdido, en una maniobra sin precedentes en las operaciones de alta montaña. La hazaña fue en vano. Ni rastro de un Calafat al que se tragó la nieve del Annapurna. En el campo 4, Oyarzabal abortaba un último intento, en compañía de un viejo conocido: Horia Colibasanu. El titán rumano que acompañó a Ochoa de Olza en sus cuatro días desesperados en la más dura de las cumbres del Himalaya. El que hace dos años lo arriesgó todo sin poder evitar la muerte anunciada de Iñaki. La misma que ayer encontró a Tolo.
La situación era extrema. Calafat, sin oxígeno, abrigo, ni apenas víveres, perdido en la nieve. Sus compañeros de ascensión, con severas congelaciones y principio de ceguera, incapacitados para emprender un rescate. Las angustiosas llamadas del mallorquín a través del teléfono satelital obligaban a buscar una solución rápida. Lo más factible: recurrir a otros escaladores que pudieran llevar material al montañero extraviado y marcar su posición para el rescate. En el campo 4 se encontraba Oh Eun-Sun, la surcoreana convertida ese mismo martes en la primera mujer en alcanzar las cimas de los 14 ochomiles. Junto a ella, un fuerte equipo, producto de las elevadas inversiones de distintas marcas interesadas en patrocinar la hazaña.
En pleno Annapurna se inició una negociación, que ayer resumía un indignado Oyarzabal: «Con cinco millones de presupuesto no ha puesto un solo metro de cuerda en la montaña. No han hecho nada». «Si pillo a la coreana, le arranco la cabeza», clamaba a la agencia Colpisa .
Pauner daba más explicaciones para Desnivel , una publicación especializada: los cinco serpas de la expedición asiática eran fuertes pero estaban cansados, así que se negaron a subir. Se les ofrecieron seis mil euros por cabeza, pero tampoco el dinero les convenció. El aragonés, al contrario que el jefe de su expedición, no mostraba enfado. «Si el cuerpo no te pide volver, cuando le ves la cara a la muerte, no te mueves ni por todo el dinero del mundo», reconocía.
Llamada a su mujer
Sí que optó por la búsqueda a la desesperada Sonam, uno de los serpas del equipo español -«se ofreció a ir directamente a la muerte», reconocía Oyarzabal-. Salió con una botella de oxígeno, una tienda, un saco y medicamentos. Pero, tras once horas de búsqueda entre la ventisca no logró encontrar a Calafat. El mallorquín hizo en la noche de ayer sus dos últimas llamadas: una, para apremiar a sus compañeros a que acudieran a su rescate; la otra, para comunicar su desesperada situación a su mujer. No hubo más.
Un helicóptero recorrió ayer la zona buscando indicios del escalador perdido, en una maniobra sin precedentes en las operaciones de alta montaña. La hazaña fue en vano. Ni rastro de un Calafat al que se tragó la nieve del Annapurna. En el campo 4, Oyarzabal abortaba un último intento, en compañía de un viejo conocido: Horia Colibasanu. El titán rumano que acompañó a Ochoa de Olza en sus cuatro días desesperados en la más dura de las cumbres del Himalaya. El que hace dos años lo arriesgó todo sin poder evitar la muerte anunciada de Iñaki. La misma que ayer encontró a Tolo.
Noticia: http://www.lavozdegalicia.es/deportes/2010/04/30/0003_8452599.htm
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