José Baltasar Plaza define de forma gráfica su cometido: “Estoy aquí
para limpiar la era”. La era, el erial, es el fútbol español. Este
abogado de 54 años es desde 2011 administrador concursal del Rayo
Vallecano. Fue nombrado por un juez de Madrid
para poner orden en las cuentas del club y reducir sus 60 millones de
deuda: bajar salarios, vender jugadores, renegociar con los acreedores,
pagar a Hacienda... Plaza gestiona el equipo y otras empresas en
concurso de acreedores desde un lujoso despacho en una privilegiada zona
de Madrid, y desde allí ha impuesto la austeridad. “Los presidentes del
fútbol se vuelven locos en el palco y tiran con pólvora ajena”,
diagnostica.
Como él, decenas de auditores, economistas e inspectores de Hacienda,
en equipos de dos o tres personas, han vivido la experiencia —a veces
disparatada, a veces ingrata— de llevar las riendas de un club de fútbol
profesional. Desde 2004, cuando entró en vigor la ley concursal, 19 de
los 42 clubes que militan en Primera y Segunda han pasado por concurso
de acreedores. La lista sería más amplia si se sumaran los que ya han
descendido a Segunda B. La posición de estos gestores es privilegiada
para hablar de la burbuja del fútbol, cuya deuda con Hacienda asciende a
690 millones de euros (a esa habría que sumar la contraída con los
proveedores). Son los hombres de negro del fútbol español, los
encargados de pinchar la burbuja. Son elegidos por los jueces y cobran
suculentas minutas con cargo a las empresas que van a gestionar. Su
diagnóstico coincide: la gestión del fútbol español ha sido desastrosa,
el dinero se ha dilapidado en fichajes desorbitados y con frecuencia
innecesarios, hay un mar de comisiones más que sospechosas y Hacienda y
las Administraciones han mostrado durante años una sorprendente manga
ancha a la hora de renegociar las deudas.
Alfonso García Cortés no sabía nada de fútbol. Este abogado de Alicante
de 51 años, con fama de fiable, había gestionado decenas de concursos de
acreedores: inmobiliarias, empresas de turrón, fábricas textiles… Solo
en los tres años anteriores había participado, como administrador o como
abogado, en 75 procesos concursales. Pero no sabía qué era un lateral o
un extremo. Hasta que en julio de 2011 un juez de Alicante le encargó gestionar el Hércules,
el principal club de la ciudad, que acababa de descender a Segunda y
acumulaba deudas de unos 60 millones. Fue elegido por su amplia
experiencia. No es que la deuda de la empresa superase la de otras, pero
el tema era socialmente muy delicado. García Cortés explica el
desolador panorama que se encontró al abrir los libros: “El club tenía
las cuentas embargadas y un saldo de menos 300.000 euros en el banco.
Los salarios de la temporada anterior estaban impagados. Había deuda con
la Seguridad Social, Hacienda y proveedores. Llevaba cuatro meses sin
pagar la luz y el agua”. Tenía 40 procedimientos judiciales abiertos.
Los activos del club no eran espectaculares: las copas y los jugadores.
El Hércules es propiedad del promotor inmobiliario y empresario de la
basura Enrique Ortiz, imputado en la Operación Brugal. Tras un ascenso a
Primera rodeado de sospechas de compra de partidos, había fichado al
exinternacional francés David Trezeguet, un fino delantero cuyos mejores
años los pasó en la Juventus de Turín. Del Borussia Dortmund llegó el
artillero paraguayo Nelson Valdés. La plantilla costaba 26 millones y al
caer a Segunda el agujero de las deudas de años era inasumible.
García Cortés, junto a un economista de la consultora KPMG, aplicó
una terapia de choque. Los jugadores que tenían algún valor en el
mercado fueron vendidos. A los demás los dejaron irse porque no podían
pagar su ficha. Quedaban otros que se agarraban a sus contratos para no
dejar el club. Rufete (ex del Valencia y Málaga, 500.000 euros brutos de
ficha), Joseba del Olmo (280.000), Cristian Hidalgo (450.000), Mohamed
Sarr (700.000) y Piet Velthuizen (600.000). Jugadores que no pensaban
que pudieran mejorar sus salarios fuera y que exigían cobrar la ficha
íntegra.
Entonces los administradores concursales hicieron lo que tantas otras empresas: aplicar un expediente de regulación de empleo (ERE) que incluyó a estos futbolistas.
Les ofrecieron 20 días por año. Algo impensable en el mundo del fútbol,
donde los jugadores reciben cuantiosas indemnizaciones por rescindir el
contrato e irse a otro equipo. La justicia dio la razón al club. “Si el
ERE hubiera salido mal, habríamos tenido que liquidar”, explica García
Cortés.
Bajar el coste de la plantilla es lo primero que hace un administrador.
José Baltasar Plaza entró a gestionar el Rayo Vallecano en el verano de
2011. Contra pronóstico, el equipo acababa de subir a Primera y los
futbolistas llevaban 10 meses sin cobrar. Ruiz-Mateos había dejado el
club con una deuda de 60 millones de euros, 35 de ellos con Hacienda.
Plaza cuenta que hallaron unas cuentas sorprendentes. “Había varios
tipos de contratos: A, B, C y D y salarios muy elevados”. En el Rayo
llegó a haber un cura que cobraba primas según los resultados del
equipo. Los administradores apostaron por adelgazar drásticamente la
masa salarial. Al capitán, Movilla (36 años), le redujeron el sueldo de
900.000 euros a 325.000 por su edad. La justicia aceptó después que los años eran un argumento para bajar el salario de un deportista.
Plaza no parece tener mucho que ver con Vallecas. Su enorme despacho
está en el exclusivo paseo de Pintor Rosales, en Madrid, con vistas al
Parque del Oeste. En la estantería hay fotos con el actual defensa del
Madrid Pepe y con Juanito. Plaza sí conocía el mundo del fútbol. Había
sido abogado de la agencia de futbolistas Bahía Internacional, que
representa a Fernando Torres entre otros. Los tres administradores
—junto a Plaza trabajan un economista y una inspectora de Hacienda— no
solo tuvieron roces con los futbolistas. También con el entonces
entrenador, José Ramón Sandoval, que cobró 188.000 euros del club diez
días antes de entrar en concurso. Los administradores le demandaron y,
al terminar la temporada, no fue renovado pese a haber salvado la
categoría. Fríamente. Sin motivos personales. Como en toda
multinacional.
» Limpiar la plantilla.
Los administradores no suelen congeniar al principio con los
futbolistas. El abogado Damián Mora Tejada estuvo al frente del Murcia
cuando bajó a Segunda y solicitó el concurso: “Teníamos una plantilla
carísima, con sueldos de Primera. Eran mercenarios sin apego al equipo
ni a la ciudad”. Mora es abonado del Murcia desde 1966 y no se pierde un
partido. El forofo que lleva dentro no le impide sentenciar que para el
club “lo mejor que le pasó fue bajar inmediatamente a Segunda B”. Así
pudo limpiar la plantilla.
Es normal que los administradores concursales sean criticados por la
Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Su asesor jurídico Santiago
Nebot cree que cargan contra los deportistas sin considerar que los
directivos de los clubes tienen la principal responsabilidad en la
situación. Nebot defiende que si los futbolistas están alejados de la
realidad es porque “su carrera profesional es muy distinta de la de un
trabajador normal”, y opina que aplicar a este colectivo la reforma
laboral en un ERE, como hizo el Hércules, es injusto: “Los contratos son
de solo unos años, así que 20 días por año hace que despedir sea casi
gratis”. Para Nebot, “el problema es que la Liga permite que los clubes
que no pagan no bajen, algo que no pasa en otros países”. Pese a que una
reforma legal de 2011 pretendía obligar a bajar a los equipos con
deudas, aún no ha habido ningún descenso. La AFE calcula que el sueldo
medio en Primera es de 1,2 millones y unos 100.000 euros en Segunda.
“Los números más bajos de las cinco grandes Ligas”.
El auditor Vicente Andreu entró en el Levante en 2008. El club había descendido a Segunda y debía 83 millones.
Andreu también conocía el fútbol porque era directivo del Valencia, el
rival local del Levante: “Me decían: ‘Ha venido un choto a terminar de
hundirnos”. Choto es como llaman los aficionados a los seguidores del
Valencia. Andreu había gestionado antes concursos como el de la
inmobiliaria Llanera, con 700 millones de deuda. En su despacho, en una
calle peatonal del centro de Valencia, recuerda una reunión con los
futbolistas en la pretemporada, cuando se negaban a entrenarse por los
impagos: “Empecé a explicarles qué era el concurso, que cobrarían a
partir de ese momento, pero que la deuda anterior quedaba congelada
hasta el convenio, que tenían que poner de su parte porque si el club
bajaba a Segunda B podía desaparecer”. Según recuerda, uno de los
futbolistas, repantingado en una silla, le soltó: “Pero bueno, ¿usted no
ha venido aquí a decirnos cuándo cobramos?’. Me dejó de piedra. Creen
que lo tienen todo asegurado”. “Alguno tenía más de un millón de euros
de ficha y se negaba a bajársela”, añade. Al final negociaron un ERE.
Los administradores impusieron un tope salarial de 350.000 euros y
dieron plenos poderes al equipo técnico con la condición de no pagar
traspasos ni comisiones. Los años siguientes llegaron Ballesteros,
Juanfran, Valdo... Jugadores veteranos de los que no se esperaba
demasiado. Hasta el punto de que los administradores temían bajar a
Segunda B. Andreu recuerda que preguntó al director deportivo si estaba
seguro de los fichajes. “Al precio que los traigo, algún defecto tienen
que tener”, fue su respuesta. No lo tenían. Con un entrenador
desconocido, Luis García, y una plantilla de veteranos y canteranos, el
Levante siguió en Segunda y el año siguiente volvió a Primera.
José Antonio Bosch tampoco tenía relación con el fútbol cuando fue
designado en noviembre de 2010 por la juez Alaya, que instruye entre
otras la causa de los ERE, para administrar las acciones del Betis de
Manuel Ruiz de Lopera, el 51%. El singular expresidente bético está inmerso en un complejo proceso penal sobre la propiedad del club.
El Betis es especialmente complicado porque hay un administrador
judicial por el proceso penal y, desde 2011, tres administradores por el
concurso de acreedores que solicitó con 100 millones de deuda.
Bosch, un abogado de izquierdas que pleiteó sin éxito con su Colegio
de Abogados para que la Inmaculada dejara de ser su patrona, relata que
las cuentas eran raras. “Los jugadores cobraban el 20% de la ficha en 12
meses y el resto en pagarés que se abonaban al año siguiente. Así se
fue acumulando la deuda”. El mal del fútbol, opina, radica en que “el
mercado de fichajes está inflado y en los clubes no se aplican las
reglas de las empresas”. Además, apunta otro factor en el que coinciden
muchos de los consultados: esto no habría sido posible sin la
connivencia de la Administración. Según Bosch, “Hacienda ha dado a los
clubes un trato distinto que al resto de empresas. Ya le hubiese gustado
a un ciudadano conseguir los aplazamientos que tiene el Betis”.
No es solo Hacienda. Los administradores descubrieron que el
Ayuntamiento de la ciudad llevaba una década sin cobrarle el IBI ni el
Impuesto de Actividades Económicas al club. Eso les ha permitido
declarar como prescrita más de la mitad de esta deuda, por lo que las
arcas municipales han dejado de ingresar unos 500.000 euros.
El pasado 10 de enero, el Deportivo de La Coruña fue el último en sumarse a la lista de clubes en concurso. Acumulaba 156 millones de deuda, unos 40 de ellos con Hacienda.
Los impagos vienen de lejos. En 2003, la empresa Mondo Ibérica
construyó unos campos de césped artificial para el Depor. Casi diez años
después, reclamó en el juzgado el concurso de acreedores porque aún no
había cobrado los 365.000 euros de la obra. El presidente del club desde 1988, Augusto César Lendoiro,
pagó la deuda para que retiraran la reclamación. Para los gestores del
club es más beneficioso pedir el concurso voluntario que hacerlo
forzados por un acreedor.
» Filigranas contables.
Uno de los dos administradores concursales del Depor, Francisco Prada
Gayoso, de 69 años, tiene experiencia en clubes de fútbol. Antes del
Deportivo, este gallego afincado en Madrid llevó los concursos del
Ourense y el Celta de Vigo. Ha participado en unos doscientos en su
carrera, pero le chocó cuando le llamó la juez que tutelaba el del
Ourense: “Le expliqué que debía de haber un error, que yo soy del 10% de
la población española que no sabe de fútbol, pero me dijo que no
importaba”. Sobre cómo ha podido el Depor acumular una deuda con
Hacienda de 40 millones, Prada razona: “En el informe dejamos claro que a
esta situación solo se puede llegar con la tolerancia de los
principales acreedores”. La Comisión Europea ha abierto una investigación a España
sobre si estas deudas con Hacienda constituyen una ayuda de Estado
encubierta, prohibida por la UE por vulnerar la competencia dejando en
desventaja a otros clubes comunitarios.
El informe al que alude Prada Gayoso es el demoledor documento que
presentaron el pasado 20, en el que destrozan las cuentas oficiales del
club. El Depor estuvo cinco años sin presentar números en el registro
mercantil y desde la temporada 2006-2007 realizó “operaciones de
revalorización contable de sus activos, contrarias a las reglas legales y
reglamentarias sobre contabilidad”. Desde 2006 el club estaba “en causa
legal de disolución”. Comenzó entonces una serie de “artificios”
contables y cuando no tenía margen para más filigranas dejó de pagar a
Hacienda y a la Seguridad Social. Después del dictamen, el club
inscribió en el registro el acuerdo por el que desde 1999 Lendoiro cobra
unos 400.000 euros al año.
Días antes del concurso, el Deportivo fichó a un nuevo equipo
técnico, a dos futbolistas, Silvio y Assunçao, y cerró varias
renovaciones como las de Laure o Zé Castro. Es lo que los
administradores conocen como “hacer grasa” o “darse la comida del oso”.
Antes del periodo de austeridad del concurso acumulan deudas, ya que
luego tendrán una quita.
Además de las cuentas incomprensibles o los altos salarios, a los
administradores les han chocado las fabulosas comisiones del mundo del
fútbol. Los auditores del Racing de Santander
no han tenido que escarbar para encontrar pagos que han considerado
ilegales. “Vimos operaciones extrañas en la contabilidad, que estaba muy
bien hecha”, explica el economista Santiago Ruiz, de 52 años. El
informe que elaboraron en noviembre pasado no solo expone la penosa
situación del club tras la salida del inversor indio Ahsan Ali Syed.
También detalla “gastos excesivos e injustificados que sin duda han
causado perjuicio patrimonial al Racing atribuible de forma individual y
exclusiva al presidente y consejero delegado, Francisco Pernía”,
exsecretario del PP cántabro.
Entre ellos está la transferencia de 965.065 euros a una escuela de fútbol en Brasil de la que “no existe constancia”.
El informe es una retahíla de operaciones como mínimo sorprendentes.
En 2007, el Racing compró al delantero belga Mohamed Tchité por 5,5
millones al Anderlecht. Pagó 337.500 euros de comisión y un millón más
por un partido amistoso entre los dos clubes que nunca se jugó. Algo
parecido ocurrió con el fichaje del polaco Euzebiusz Smolarek. El club
también pagaba comisiones cuando vendía. Al traspasar al gigantón Nicola
Zigic al Valencia por 16,9 millones abonó 841.000 euros a la firma Meta
Image. “No hay registrado en el Racing ningún contrato por esa
intermediación”, señalan los administradores. El traspaso de Garay al
Real Madrid conllevó 600.000 euros en comisiones.
» El coche del presidente.
En el mismo lote de operaciones incluye la compra de un Audi S8 por
84.000 euros para el presidente. Con los administradores, los gastos de
representación y viajes de directivos del Racing bajaron de 127.000
euros al año a 24.300. Ya no había pagos de ropa o gastos en un spa
durante una estancia en Brasil, por ejemplo. La fiscalía ha reclamado a
Alí y a Pernía que devuelvan 4,9 millones.
“Pagar 600.000 euros en una comisión es una salvajada. Abonaron
sobreprecios por partidos absurdos”, cuenta Ruiz, a quien le sorprendió
que todo estuviera en la contabilidad, como si fuese normal: “Todo el
mundo estaba acostumbrado a hacer las cosas así, simplemente porque allí
se hacía así”.
Pernía se defiende atacando. “Ponen eso para culpar a alguien y que
no se diga que ellos descendieron al equipo”. Para él, la situación era
normal y quedará claro cuando se vea el caso en el juzgado. Alega que
los gastos de representación se deben a sus viajes al Golfo Pérsico para
intentar vender el equipo, y que los partidos no jugados eran una
exigencia de los clubes que les vendían los futbolistas para pagar menos
derechos a otros clubes con los que compartían la propiedad del
jugador. Su conclusión tiene un punto de amargura. “El fútbol es una
locura. Si no fichas, la prensa te dice que te vas a Segunda. Y si
refuerzas el equipo dicen que te has pasado de la raya”.
En el Betis, los administradores han conseguido documentar, con ayuda
de la Guardia Civil, el pago de comisiones por traspasos que luego
acababan en los bolsillos de los directivos. “Aquí hubo una especie de
saqueo que hemos puesto en conocimiento del juez. Hemos facilitado
facturas de comisiones que salieron del club y volvieron a dirigentes”,
explica el abogado Bosch. Un informe de la Unidad Central Operativa de
la Guardia Civil destapó al menos tres operaciones que consideran
fraudulentas. No son especialmente complejas. A lo largo de 23 páginas,
el informe refleja el fútbol de una época. Ahí detalla la comisión de 354.000
euros que el Betis pagó a Bastogne Corporación por la salida del
turco-brasileño Mehmet Aurelio en 2010. Por la rescisión de contrato el
futbolista recibió 1,351 millones. Bastogne Corporación, que carece de
empleados y no tiene permiso como agente de jugadores, comparte sede con
otras empresas de Luis Oliver, sucesor de Lopera y entonces máximo
dirigente del club.
Otra de las operaciones destapadas es la de la venta del delantero
Sergio García al Zaragoza. El Betis pagó a una empresa intermediaria
580.000 euros como comisión por la venta de García, y esta firma ingresó
489.000 a Bastogne Corporación, la sociedad vinculada al directivo del
Betis. La firma solo recibió dos transferencias en el periodo analizado
por la Guardia Civil. Las dos por traspasos del Betis.
» Ya en beneficios.
Una vez en el cargo, la política general de los hombres de negro del
fútbol suele ser la de la austeridad: nada de volverse loco en fichajes.
García Cortés, que administró el Hércules hasta el pasado 23 de enero,
pide no ser el protagonista de la historia, pero las anécdotas de sus 18
meses al frente de un club arruinado propiedad de un promotor
inmobiliario muestran lo que ocurre cuando la gestión empresarial entra
en el fútbol. El abogado recuerda un domingo en el que su Blackberry se
llenó de llamadas perdidas mientras estaba en el cine. “Era el
presidente, que quería que echara al entrenador porque había perdido
ante el Córdoba. ‘¿Cómo le vamos a echar si va cuarto?”, replicó el
letrado.
Cuando se negó a despedir al director deportivo y su equipo, para
ahorrarse la indemnización, el club colocó a Jesús García Pitarch,
exdirector deportivo del Atlético, como presidente y arrinconó al
oficial. Es curioso que García Cortés tenga problemas para recordar
nombres de los futbolistas pero conserve en la cabeza los números del
club.
Con su gestión, el Hércules pasó de perder 25 millones en Primera
—cifra meritoria porque solo había facturado 26— a 1,8 en Segunda, y
este año preveía beneficios.
Al frente del Betis, Bosch soportó presiones el año pasado, cuando el
equipo iba mal. “Me han insultado porque el aficionado al fútbol es
insaciable”. Recuerda cuando el conductor de un autobús junto al que
paró en un semáforo le gritó: “Señor Bosch, hay que renovar ya a Beñat”.
Sin embargo, el concurso del Betis ha dado con un sorprendente éxito
deportivo y económico: “Hemos cerrado el ejercicio con 2,5 millones de
beneficios y pagamos 19 millones a Hacienda, cinco de los cuales eran de
atrasos. No creo que haya muchas empresas en Sevilla que hayan pagado
esas cantidades”. Bosch apuesta por la continuidad del entrenador:
“Ninguna empresa exige resultados a corto plazo. No entiendo de fútbol,
pero Alex Ferguson lleva 27 años de entrenador del Manchester United y
funciona. No veo por qué no puede ser así. Lo impensable es que una
empresa que factura 47 millones empiece de cero cada año”.
Algo similar le ocurre al Rayo, cómodamente instalado en Primera con
la plantilla más barata de la categoría. Gasta en salarios seis
millones, menos que el sueldo de Cristiano Ronaldo. Vendieron a la
estrella local, Michu, y a Coke, y este verano previsiblemente saldrán
Leo Batistao y Lass. Si la grada protesta, mala suerte. “No nos dejamos
llevar por los caprichos. Al llegar hubo un choque porque el futbolista
se creía intocable. Ahora ven que pagamos cada mes y que somos serios”,
explica Plaza.
Prada Gayoso insiste en que el problema no es solo de los directivos:
“Habría que preguntarse si a los 20.000 accionistas del Depor les
preocupaban las cuentas o los resultados deportivos. Una vez, un
directivo importante de un club me contó que en su consejo solo se
hablaba de lo que pasaba en el rectángulo verde, de por qué el
entrenador había quitado a tal o cual jugador, pero que en cuanto
entraban en materia financiera muchos consejeros se salían de la reunión
porque tenían otras cosas que hacer”.
El abogado Antonio González Bustos, de 45 años, que entró en 2005 a
gestionar el concurso del Sporting, coincide: “Me sorprendió que los
criterios de gestión empresarial más básicos no se apliquen. Los
accionistas lo que quieren es que el equipo gane, no les interesa el
resultado económico”.
Cuando los administradores dejan el club, generalmente fijan una
quita del 50% para los acreedores (jugadores, otros clubes y
proveedores), que deben aprobar el convenio. Hacienda y la Seguridad
Social ya no aceptan rebajas, pero sí pactan un periodo de pagos fijos
para saldar la deuda. En la mayoría de los casos hay poca deuda bancaria
porque hace años que la banca dejó de considerar a los clubes dignos de
crédito.
El Hércules, por ejemplo, tiene un plan de pagos a Hacienda de 80.000
euros al mes en Segunda y 170.000 si sube a Primera. El Levante, que
sigue vendiendo pese a jugar en Europa, destina a pagar deudas lo que
supere los 600.000 euros de ingresos por traspasos. Con la entrada de
los administradores y la mayor firmeza de Hacienda, la deuda de los
clubes se ha reducido. En 2012 bajó un 8%, de 752,3 millones a 690,4 en
febrero de este año. La Real Sociedad ha sido el primer club en salir
del concurso. Lo hizo el pasado enero después de casi cuatro años
cumpliendo el convenio.
El administrador del Rayo insiste en que, bien gestionado, el fútbol
puede ser negocio: “Con la plantilla más barata de primera vamos a dar
beneficios este año. La ley concursal está haciendo mucho bien al
fútbol”. Hasta ahora, los administradores no han liquidado ningún club
profesional. Puede que sí ocurra si incumplen los compromisos de pago
alcanzados con los acreedores.
Prada Gayoso justifica que, al contrario de lo que ocurre en otros
sectores, aún no haya ningún club profesional que haya echado la
persiana. “Si liquidas la empresa se vende el patrimonio y se reparte
entre los acreedores. Pero en el fútbol solo puedes vender los trofeos,
que igual tienen un valor para un coleccionista, y los futbolistas, que
no dan para pagar nada. Así que los acreedores suelen preferir seguir
con la actividad y aceptar una quita”. Por eso, y pese a que el Depor es
colista y puede bajar a Segunda, en su informe ha considerado que el
club es viable. Prada esgrime que no lo hacen por el impacto que tendría
el cierre de un club que hace 13 años ganó la Liga: “El fútbol tiene
solución. En España hay una gran demanda, gente que está dispuesta a
sacrificar tiempo y dinero por este deporte. El problema es meterte en
gastos excesivos”. El fútbol, argumenta, se ha convertido en un “negocio
endemoniado, diabólico, imposible. Todos invierten en futbolistas caros
para ganar y cumplir el presupuesto, pero por definición solo cuatro o
cinco pueden lograrlo”.
» Un negocio que podría ser sencillo.
Una de las cosas que más sorprendió a varios de los administradores
es que el fútbol es un negocio sencillo de gestionar. “He llevado
empresas de todos los sectores y siempre hay incertidumbre. Cuando uno
planifica cualquier presupuesto hay riesgo, nunca se sabe cuánto
material se va a vender o cómo va a evolucionar la competencia o el
precio de tu materia prima. Sin embargo, en el fútbol el primer día
sabes con un 90% de seguridad cuáles van a ser tus ingresos. La
televisión, taquilla, abonados, quinielas... son ingresos fijos, solo
hay que ajustar los gastos”, explica Prada.
Si la ley concursal y la quita que conlleva será una vacuna contra el
gasto excesivo en el fútbol o no, solo el tiempo lo dirá. Por el
momento es una forma de rescate que penaliza deportivamente a los clubes
que no han acumulado deudas impagables, como Huesca, Numancia,
Ponferradina o Alcorcón.
El Málaga desapareció una vez y ya refundado entró en concurso hace
cinco años. Fue administrado por Daniel Pastor, de 52 años, presidente
del Colegio de Economistas de Andalucía. “Tuvo un año de austeridad tras
salir del concurso, pero ahora debe de tener una deuda de unos 60
millones con proveedores”. El equipo del jeque Al-Thani ha sido sancionado por la UEFA
a no jugar competiciones europeas el año que viene por sus impagos. El
Málaga confía en demostrar que se ha puesto al día con Hacienda.
La esperanza es el Levante, que tras salir del concurso mantuvo la
política de austeridad. Sandalio Gómez, responsable del Centro para la
Gestión del Negocio Deportivo de la Escuela de Negocios IESE, recuerda
que se interesó por el club en enero de 2011. “El equipo había hecho una
primera vuelta en Primera malísima. Tenía solo 15 puntos. Me reuní con
el presidente, Quico Catalán, y le pregunté si no iba a fichar como
hacían otros equipos en esa situación”. La respuesta fue que no, que esa
era la plantilla y el entrenador apropiados y que si bajaban eran cosas
del fútbol. “En lugar de eso, organizaron un concurso de dibujo sobre
el Levante entre los hijos de los abonados y empapelaron el vestuario,
organizaron una paella para unir afición y jugadores. Vi que el concurso
había sido una vacuna que les impedía hacer disparates”. El Levante
hizo una segunda vuelta espectacular y se salvó sin problemas. Sigue en
Primera y juega en Europa. A veces, las menos, la vida es justa.
Noticia: http://deportes.elpais.com/deportes/2013/03/27/actualidad/1364402356_773474.html
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