ELI PINEDO Y MACARENA AGUILAR: Jugadoras de la Selección española de Balonmano.
Las concentraciones de la selección femenina de balonmano se han
convertido en un curso intensivo de cultura europea. El bronce en los
Juegos de Londres trajo un éxodo de las jugadoras ante la paupérrima
situación de la Liga española. Dinamarca, Francia, Hungría y Alemania
son algunos de los destinos de las internacionales. Solo cuatro de las 16 convocadas para el Mundial que arranca el próximo viernes en Serbia juegan en España. Una de ellas es Eli Pinedo
(Amurrio, Álava; 1981), líder del Bera Bera, campeón de todo el curso
pasado, que ya probó la experiencia de jugar en Dinamarca. Allí, en el
Randers, juega desde hace poco más de un año Macarena Aguilar (Bolaños
de Calatrava, Ciudad Real; 1985), que se desquita en cada reunión
internacional. “No quiero saber nada del danés ni del inglés. Ahora no
paro de hablar”, bromea.
EL PAÍS. ¿Qué encuentran fuera de España?
Macarena Aguilar. Mucha gente piensa que te vas por
el dinero. Pero no es solo eso. Algunas compañeras han tenido que
cambiar de club porque les dejaban a deber. Pesa mucho la estabilidad
deportiva, seguir creciendo como jugadora, poder entrenarte y competir a
gran nivel. Si quieres seguir en la élite tienes que dar un paso,
tienes que salir. Hay gente que lo ha vivido y ha vuelto y otra que por
algún motivo quiere seguir aquí... también es muy respetable. Pero sí
que el nivel de competitividad es mucho mayor fuera.
Eli Pinedo. Yo me volví cuando las cosas no estaban
tan mal. Viví la experiencia, pero me tiraba mi gente, mi casa, siempre
quise volver al club donde estoy ahora, donde empecé como profesional.
Aunque yo estoy muy bien, es verdad que la liga española está a otro
nivel. No es que sea aburrida, pero se hace diferente. Tampoco es fácil
competir con un equipo desconocido, o mantener la concentración en todos
los partidos... Al tener la selección, tengo ese punto de nivel de más,
porque me entreno con ellas. Tienes que tomártelo de otra manera. Pero
defenderé a muerte a las que se han marchado, lo entiendo perfectamente
si quieres seguir creciendo. La mayoría de las que juegan en nuestra
liga lo hacen por pasión, jugamos al balonmano porque es pasión.
M. A. Yo muchas veces las admiro...
E. P. Algunas no tienen contratos profesionales,
muchas ni cobran... y tampoco pueden trabajar todo lo que quisieran
porque tienen que jugar, entrenarse, y quieren hacerlo. Es pasión por
este deporte lo que sienten.
M. A. En Dinamarca, es todo muy diferente. Es el
deporte rey, junto con el bádminton. Es como aquí el fútbol. Se llenan
los pabellones, todos los días hay partidos en la tele, información en
los periódicos...
E. P. Luego hay otras cosas, como el tema de la
maternidad, que lo tienen súper controlado. Te hacen contratos incluso
negociando que quieras ser madre, ayudando a recuperarte. Aquí es
impensable. Aquí te quedas embarazada y para el club es un año perdido.
M. A. Yo tengo dos compañeras con hijos, una con uno
de siete meses y otra con uno de 10. Que vayan con nosotras en el
autobús, que estés comiendo y el niño esté allí... para mí es increíble,
no me imagino eso en España.
Desde 2008 este equipo suma los mayores logros del balonmano femenino español, bronce olímpico y mundial y plata europea. ¿Qué ha cambiado?
E. P. Hemos crecido mucho como grupo, jugamos un
balonmano diferente al de otras selecciones. Y, sobre todo, poco a poco
nos hemos ido creyendo que teníamos posibilidades de hacer algo bueno en
los torneos. Y como nos lo creemos, apostamos por ello.
M. A. Se nota la evolución en lo deportivo, pero
también en lo mediático. Ahora ves lo bien que estamos y piensas: “Jo,
lo que hemos tenido que sufrir”.
E. P. La repercusión ha sido mayor sobre todo
después de los Juegos. Un Mundial de balonmano lo sigue la gente que es
muy seguidora, pero los Juegos los ve todo el mundo, aunque no te guste
el balonmano. Nuestra imagen se ha popularizado después de Londres, te
das cuenta de que hay gente que se ha enganchado.
M. A. Es que hace años el balonmano femenino no lo
conocía nadie. Ahora, más o menos, todo el mundo sabe algo. Si dices que
juegas al balonmano, aunque no sepan quién es Macarena Aguilar o Eli
Pinedo, sí que te dicen: “Uy, yo aquel partido del bronce lo vi”.
EL PAÍS. ¿Se sienten valoradas?
M. A. De cómo estábamos hace unos años hasta ahora, claro. Que podría ser mucho más, por supuesto.
E. P. Todavía quedan pasitos que dar para que nos
valoren como al resto. No digo ni mejor ni peor, sino igual. Pero sí que
se nos hacen más caso. Por nuestra parte, y no digo solo el balonmano
femenino, también el waterpolo, por ejemplo, estamos haciendo todo lo
posible y más para que se nos preste la atención que creo que nos
merecemos. El resto ya... No sé si es cosa de los medios, de que nos
televisen... Cuando te televisan es cuando más vendes, por decirlo de
alguna manera. Por nuestra parte vamos a seguir haciendo nuestro trabajo
igual para intentar lograr más éxitos.
M. A. Después de Londres se está haciendo hincapié
en el deporte femenino, para que se reconozca. Pero si en la tele te
ponen solo fútbol, fútbol, fútbol, lo que recibes es fútbol, chicos,
chicos, chicos... Hace falta aún ese cambio de chip, de mentalidad...
E. P. Para mí hay que hablar ya de deportistas
buenos, de éxitos en el deporte, no tanto de hombres o de mujeres, de
deporte femenino o masculino. Si las chicas de waterpolo han sido campeonas del mundo hablemos de waterpolo.
M. A. A veces parece como si se hubiese una
rivalidad. Escuchas: “Los chicos del balonmano han conseguido esto; las
chicas han conseguido lo otro...”.
E. P. Nos encanta que los chicos triunfen. ¡Y a ellos que lo hagamos nosotras! Solo queremos que nos den el mismo trato.
EL PAÍS. ¿Cuál es el secreto de este equipo?
E. P. El buen rollo que hay. Que nos conocemos
muchísimo, y eso ayuda en la pista. Pero es que fuera hay mucho feeling.
Se nota en concentraciones como esta, de un mes, que se pueden llegar a
hacer muy duras. Nos conocemos las manías de cada una, somos una
pequeña familia.
M. A. Es que hubo unos años, seis o siete, en los
que casi todas jugábamos juntas en España. Yo con Eli coincidí en
Sagunto y en Itxako.
E. P. Llegó un momento en el que no hacía falta que
nos dijéramos nada, sabías perfectamente cómo iba a reaccionar cada una,
lo que iba a hacer Macarena si yo me iba con el balón de una u otra
manera.
M. A. Todo eso ha hecho que después de muchos años
la cosa sea más fácil. Ahora igual hace tres meses que no has jugado con
ellas, pero sigues sabiendo lo que va a hacer. Creo que eso se acaba
viendo en los resultados. Además, Jorge [Dueñas, el seleccionador] sabe
lo que nos tiene que dar a cada una, nos lleva muy bien.
E. P. Procura tener a todo el mundo contento, y eso
no es fácil. Hay gente que juega más o menos, pero consigue tener a todo
el mundo listo para cuando le toque salir.
M. A.
Aquí todo el mundo aporta y suma. No hay una súper estrella, todas
sabemos cuál es nuestra función y la tenemos asumida. Ese es el éxito de
este equipo.
EL PAÍS. ¿Cuáles van a ser las claves del Mundial? ¿No conseguir medalla será un fracaso?
E. P. No. Lo ideal claro que es subir al podio, vamos a ir a por todas, pero no va a ser fácil.
M. A. El grupo no es complicado. El problema será el
cruce de octavos, que da igual cómo quedes que tendrás con un rival
duro. Aunque jugando como sabemos podemos ganar a cualquiera.
E. P. No pensamos en evitar a una u otra selección. El peor rival somos nosotras mismas.
Entrevista: http://deportes.elpais.com/deportes/2013/11/30/actualidad/1385849969_602383.html
Área de Deportes
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