Iker Casillas cierra un ciclo de 25 años de gloria en el Real Madrid

Instituto Europeo Campus Stellae
Área Deportes
www.campus-stellae.com
info@campus-stellae.com
+0034 981 522 788


Iker Casillas en un partido con el Real Madrid
Casillas, durante un partido de Liga en el Bernabéu. / Cordon Press

  • El club, que negocia la rescisión del contrato que le unía al portero hasta 2017, está dispuesto a pagarle hasta 15 millones de euros para facilitar su fichaje por el Oporto

Diego Torres Madrid 9 JUL 2015 - 13:01 CEST


Mari Carmen ordenaba su casa en Boadilla cuando hace unas semanas encontró una camiseta minúscula, raída por el uso y manchada por el tiempo. A la derecha de la pechera, en el lugar donde ahora se imprimen los logos de las multinacionales de ropa deportiva, un jirón pulcramente zurcido; en el centro los dos bastones rojos sobre fondo blanco; y a la izquierda, bien cosido, el escudo triangular con las insignias heráldicas de Bilbao y los colores del Athletic. “Esta es la única camiseta de fútbol que le compramos”, recuerda la madre de Casillas, mirando el tejido con cierta pena. “Se la ponía con tres años. Quiero dársela a él para que la guarde, porque esto es parte de su esencia”.

Las cosas esenciales nunca sobran. José Luis, el padre de Iker Casillas, abulense criado en Bilbao y Guardia Civil, no le compró más camisetas. No fue necesario. El Madrid se las pagó a partir de los nueve años. Desde 1991 en adelante. Durante los siguientes 25, al club le salió un negocio redondo. Nunca, salvo la excepción de Sanchís, un canterano inscrito desde alevines ofreció mejores resultados al Madrid. Nunca un portero rindió más títulos al Bernabéu. La epopeya está a punto de concluir de forma inesperada. El Madrid negocia la rescisión del contrato que le unía al portero hasta 2017. La directiva está tan convencida de que lo mejor es desprenderse de él que está dispuesta a pagar entre 10 y 15 millones de euros, según fuentes del club, para liquidar al menos parte de lo que le debe y dejarlo libre. Su destino parece el Oporto, institución que se muestra dispuesta a subrogarse en algunas de las obligaciones contraídas por el Madrid con el futbolista.

La historia de Casillas en Chamartín se aboca a un final abrupto, pero su carrera no ha terminado y su huella es imborrable. A sus 34 años es el futbolista con más victorias en la Liga española, con 334 partidos ganados; conquistó cinco Ligas, dos Copas, y tres Champions, y levantó dos Eurocopas y una Copa del Mundo que fueron el orgullo de muchos madridistas. Muchos otros, aquellos que creen que la premisa es el éxito inmediato, lo repudiaron convencidos de que las sospechas que difundió José Mourinho valían más que una vida entregada al club.



De Gea y Casillas, en un entrenamiento con la selección, en Minsk. / efe

Mourinho les llamaba “las ovejas negras”. Decía que Casillas, Ramos y, en menor medida, Cristiano, generaban un contagioso sentido de la revuelta en la plantilla. Un lastre nefasto, advertía, para un proyecto triunfal. De las advertencias del agitado entrenador hay numerosos testimonios entre los empleados y los directivos del Madrid que le escucharon. Lo asombroso no es el mensaje en sí. Lo extraño es que echara raíces en muchos de los responsables de conducir el club, convencidos, según confirman los observadores en Valdebebas y el Bernabéu, de que era menester renovar al equipo para conseguir triunfos. Ni la Décima los hizo dudar. Un año después de la apoteosis de Lisboa, el director general del club, José Ángel Sánchez comunicó a Casillas que se planificaba un relevo en la portería y que su sucesor sería David de Gea. El nuevo técnico, Rafa Benítez, tampoco fue especialmente halagüeño con el capitán. Así es que Casillas, agobiado por un clima social que también se le volvía en contra, se puso a buscar equipo. Encontró el Oporto.

Casillas nunca se recuperó de la batería de golpes que recibió en 2013. La lesión y las suplencias le generaron tanta ansiedad como la creciente ola de pitos que le dedicó la muchedumbre. Para alguien que vive de la seguridad en sí mismo, aquella marea en contra, en su propia casa, supuso la erosión definitiva. Sus compañeros le vieron atravesar meses enteros como un espectro. Hasta el físico le cambió. Perdió peso. Perdió la ilusión. Perdió la fe en recuperar el amor de la hinchada.

Julen Lopetegui, el entrenador del Oporto, y la pequeña colonia española del club de la boca del Duero, le han prometido afecto y respaldo. “Necesitamos un portero que gane partidos”, dicen desde el vestuario portugués, donde no faltan exempleados madridistas. Allí a Casillas no le consideran un jugador rendido. Allí le proporcionan todo aquello que necesita para cumplir su última voluntad profesional. Casillas lo dice. Quiere retirarse a lo grande. Jugando la Champions, y jugando la Eurocopa con España. Tiene marcadas las fechas del próximo torneo europeo en rojo. El capitán de la Roja sueña con rendir un último esfuerzo a todo aquello que de verdad ha cimentado su vida. Como diría Mari Carmen: “su esencia”.
FUENTE: El País. 
FORMACIÓN RELACIONADA:

-Doble máster agente de deportistas y agente FIFA - INTERMEDIARIOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Haz tu consulta