Copago olímpico


Alejandro de Frutos tiene 20 años y es el capitán de la selección de hockey sub 21. Hace cuatro años ya participó en el mundial de su categoría defendiendo a España, y espera estar entre los convocados para el que se celebrará en India en diciembre. Cuenta con ocho meses para ahorrar algo más de 1.000 euros porque la federación ya les ha anunciado, a él y a sus compañeros, que no tiene dinero para costear el 100% del viaje, por lo que cada jugador deberá aportar 865 euros, más 80 por cada una de las tres concentraciones previstas. “Era eso o no ir al Mundial, y todos queremos ir. No es la forma ideal de competir, pero somos conscientes de la crisis”, asegura.

 Alejandro, que juega en Madrid y se entrena cuatro días a la semana, todavía estudia y no recibe beca deportiva. Aun así, está tranquilo porque sus padres podrán echarle una mano con el dinero. Ella trabaja como informática, y él, además de arquitecto, fue jugador y es vicepresidente de la federación, así que entiende bien la afición del hijo. “No creo que tenga problemas, pero está claro que en el grupo de 16 o 18 seleccionados habrá familias que lo tengan complicado. Pero estamos tranquilos porque la federación nos ha asegurado que nadie se quedará sin ir por el dinero”, añade. Por lo pronto, la federación de hockey, ahogada por el recorte de la subvención del Consejo Superior de Deportes, asegura que costeará el 80% de los 85.000 euros que costará la participación de los sub 21 en el mundial. Ellos no son la categoría más perjudicada. Para la sub 18, la aportación será al 50% entre los jugadores (y sus familias) y la organización; y en el caso de la sub 16, la federación solo correrá con el 20% de la factura.

El caso del hockey es el más llamativo dentro de una realidad que se impone poco a poco en el deporte español: el copago. Con una caída de las subvenciones públicas por concretar, pero que este año rondará en casos el 50%, solo las federaciones más mediáticas, como las de fútbol, baloncesto, tenis o golf, están a salvo de los recortes. Para el resto, ingenio.

El copago en sus diferentes formas afecta a yudocas, jugadores de tenis de mesa y bádminton, e incluso a nadadores —una de las federaciones con un presupuesto importante—, por poner algunos ejemplos. “El deportista es muy consciente de la situación y sabe que tiene que colaborar”, aseguran en una federación. En triatlón han blindado europeos y mundial, pero para el resto, incluido el circuito mundial, las ayudas de viaje solo se pagarán en caso de buenos resultados, así que los deportistas deben adelantar el dinero. La federación baraja cederles parte de la camiseta de la selección para que luzcan sus patrocinadores.

Que los deportistas asuman parte de sus gastos no es una novedad. “Ya lo hicimos el año pasado para algunas concentraciones, y los padres y jugadores lo han aceptado bien. Ahora la medida es más radical por la situación económica”, dice José Antonio Gil, secretario general del hockey español. “No es que no se quiera, es que no se puede”, añade David Serrano, director deportivo de bádminton; “apoyamos en lo que podemos a los jugadores, sobre todo a los que tienen más proyección, pero no llegamos a todo. El año pasado tuvimos un presupuesto de 1,2 millones y para este esperamos, con suerte, la mitad”.


No más viajes como ahora

Carolina Marín es consciente de la situación. La mejor jugadora española de bádminton, olímpica en Londres, acaba de volver de Birmingham y está a punto de volar a Indonesia. La federación, que la cuida como a una joya porque tiene 19 años y una larga carrera por delante, ya le ha anunciado que no podrá seguir sufragando todos sus viajes como hasta ahora.

Para una jugadora de bádminton cuya clasificación mundial depende de sus resultados no es una opción renunciar a competir fuera de España. Así que ella planifica con su entrenador qué competiciones merecen la pena. A veces viaja sola y a veces le acompaña el técnico. “Antes nos lo pagaban todo, pero no me quejo. Me siento apoyada por la federación y tengo la beca ADO y un patrocinador, así que me apaño sin la ayuda de mis padres”, explica.

Su situación es privilegiada, porque no muchos olímpicos cuentan con patrocinadores personales, y algunos, como los esgrimistas, se han quedado este año sin beca ADO porque fracasaron en su intento de llegar a los Juegos Olímpicos. La patinadora Sonia Lafuente tiene beca, pero no patrocinador. La madrileña lleva un par de semanas en Canadá, donde se ha celebrado el mundial que da las plazas para Sochi 2014, y aunque ese viaje sí lo costea la federación —como la expedición al europeo, donde su compañero Javier Fernández logró el oro—, otras competiciones corren a su cargo. “Por ahora es poco dinero. Solo he tenido que pagar la inscripción, pero claro que nos afecta. Ellos tienen menos dinero y nos pueden ayudar menos”, se lamenta por teléfono desde London (Canadá).

La geografía también juega su papel en la triste danza que bailan estos días las federaciones para cerrar de la forma más digna posible sus calendarios competitivos. No es lo mismo que el mundial caiga en India, México —caso de los taekwondistas— o en la carísima Moscú —donde competirán los atletas este verano—, que lo haga en Barcelona, como es el caso de los nadadores. Tampoco es igual si la federación internacional asume parte de los gastos —lo suele hacer la de atletismo— o todo corre a cuenta de las selecciones. En el caso del hockey, por si fuera poco, hay que añadir que se trata de un deporte de equipo, lo que implica grandes expediciones entre jugadores, técnicos, médicos…

“Desde el punto de vista económico es razonable, pero desde el deportivo puede ser una burrada porque estamos hablando de amateurs”, dice Gonzalo González, gerente de la federación de yudo. Más si se tiene en cuenta que los principales afectados son los más pequeños, los deportistas que deben ganar experiencia para los Juegos de Río de 2016.

Otros asumen la situación con normalidad, por lo menos hasta que el temporal amaine. “Hay países en los que es norma que los deportistas paguen parte de sus gastos”, asegura Fernando Carpena, presidente de la federación de natación. Y le da la razón el responsable de hockey, que cita los ejemplos de Holanda, Alemania, Bélgica o Reino Unido.


6.000 euros para competir

Isaac Botella está dispuesto a hacerse cargo de lo que sea. Finalista olímpico en Londres, el gimnasta tiene garantizada la beca ADO este año, pero no sabe qué pasará en 2014. Su federación, que lleva años de ajuste por una mala gestión anterior, se ha tomado un respiro esta temporada porque los mundiales no son clasificatorios, y tanto a los europeos como a los mundiales llevará la mínima expresión de un equipo. Si Botella no es seleccionado para esta última cita, puede quedarse sin beca. “Si fuera así, yo prefiero pagarme los 5.000 o 6.000 euros del viaje y mantener la beca el año que viene que quedarme sin ella”, asegura este alicantino de 28 años, con hipoteca y un trabajo por horas en un colegio.

La contribución de los deportistas es solo la expresión extrema de un entorno económico precario. Muchas federaciones han despedido administrativos, restringido el número de técnicos y las ayudas para entrenarse. La casi treintena de atletas que viajaron hace tres semanas a los europeos de atletismo de Gotemburgo fueron con los gastos pagados, pero sin las dietas habituales hasta hace poco. “Los mejor tratados son los deportistas, pero el entorno es el que es”, aseguran en esa federación.

Detrás de la mayoría de estas decisiones está el Consejo Superior de Deportes. Su presupuesto ha descendido el 38% este año, y va por su tercer ajuste consecutivo. Aunque falta por concretar la cantidad con que contará cada federación —lo sabrán en pocas semanas—, la mayoría de ellas se pone en lo peor. Los deportistas ya han empezado a pagarlo.



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