La selección italiana se presentó en el Mundial de Brasil con una
elegante propuesta futbolística armada con tiento durante años por
Cesare Prandelli, pero tras el batacazo de su eliminación en la primera
fase del torneo se desmoronaron todas las estructuras. El seleccionador
presentó su dimisión irrevocable y reveló en su presentación como
técnico del Galatasaray que había recibido “cartas amenazantes”. El
presidente de la Federación, Giancarlo Abete, le acompañó en su salida
tras siete años en el cargo.
Se abrieron entonces la carrera por la poltrona federativa y el debate por el nuevo rumbo que debía tomar el calcio.
Para la pelea electoral, que se resolverá el 11 de agosto, el pulso se
concentró entre el veterano candidato oficialista, Carlo Tavecchio, de
71 años, —que pronto recibió el apoyo expreso de 18 de los 20 equipos de
la liga— y el exfutbolista y vicepresidente desde 2007, Demetrio
Albertini, de 42 años —con el único respaldo de Roma y Juventus—.
Mientras, el dilema futbolístico derivó hacia la masiva presencia de
jugadores extranjeros en la Serie A que, según los opinólogos,
frenaban la progresión de los talentos italianos, en contra de otros
campeonatos más restrictivos con los extracomunitarios como la Premier
inglesa. “Inglaterra valora si los futbolistas que llegan al país
cumplen con la profesionalidad y el currículum para dejarlos jugar.
Aquí, en cambio, llega un cualquiera que hasta ayer comía plátanos, y le
ponemos de titular en el Lazio”, espetó Tavecchio, presidente de la
Liga Diletantes (equivalente a la Regional española) desde 1999, en un
acto público.
No tardaron en llegar las reacciones de repulsa contra las palabras
racistas de Tavecchio. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, las
tildó de “incalificables”; Damiano Tommasi, presidente de la Asociación
de Futbolistas, reconoció estar “desconcertado y avergonzado”; mientras
que Cécile Kyenge, exministra para la integración las calificó “como
piedras que pueden causar episodios de violencia verbal y física”. “El
caso de Tavecchio no debe debatirse: su candidatura simplemente no puede
ser tomada en consideración”, subrayó por su parte la vicesecretaria
del Partido Demócrata, Debora Serracchiani.
En los últimos años, el fútbol italiano se ha visto salpicado
reiteradamente por episodios racistas y ni siquiera en la concentración
de la selección en Florencia antes del Mundial su delantero, Mario
Balotelli, se libró de los insultos. “Negro de mierda”, le gritaron al
jugador, nacido en Palermo, aunque de padres procedentes de Ghana, y
adoptado por una familia italiana. Los milanistas Kevin-Prince Boateng y
Sulley Muntari ya recibieron también gritos simiescos durante un
partido de la pasada Liga. Además, en el Atalanta-Milan se produjo un
lanzamiento masivo de plátanos como efecto contagio producido después de
que en El Madrigal, un seguidor del Villarreal echara un plátano junto
al córner cuando iba a sacar de esquina Dani Alves, lateral derecho del
Barça, que se comió la fruta y convirtió el gesto en un símbolo mundial
contra el racismo.
“No sé si mencioné la palabra plátano. Si alguien ha interpretado mi
intervención como ofensiva, pido disculpas”, dijo Tavecchio en su amago
de disculpa. En las redes sociales miles de mensajes piden la retirada
de su candidatura.
FUENTE: http://deportes.elpais.com/deportes/2014/07/27/actualidad/1406492078_288755.html
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